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¿EXISTE LA UNION EUROPEA?
- Antoni Garrell Guiu
- Artículos
- Data: 28/08/2006
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Articulo en Catalán. La versión completa del artículo en castellano se encuentra en el recuadro información relacionada una vez accedido al ‘articulo completo’
Reflexión sobre la necesidad de conformar una Unión Europea que vaya más allá de la actual integración económica, y sea capaz en un futuro, de actuar como un bloque sólido que tenga la suficiente fuerza y cohesión para incidir a nivel político internacional. En PDF adjunto texto del articulo en castellano¿EXISTE LA UNION EUROPEA?
La pregunta puede parecer obvia para un ciudadano de la Unión Europea que ha vivido las profundas transformaciones y los avances que lentamente, y en un entorno de paz inimaginable hace menos de medio siglo, se han ido produciendo desde el 9 de mayo de 1950 con la firma del tratado del carbón y el acero. Un acuerdo económico establecido en el seno de una Europa devastada, arruinada, dividida y desgarrada por la guerra, pero que en su génesis subyacía una clara voluntad política, como quedó evidenciado con la rapidez con que se planteó la creación de un ejército Europeo, proyecto fracasado por la negación al mismo de la Asamblea Francesa. Los grandes avances alcanzados por los ciudadanos de la Unión, -hecho por el cual numerosos países aspiran a entrar a la misma como única vía para salir de la miseria y alcanzar cotas de progreso económico y social-, se deben a que los Estados miembros han cedido competencias tan importantes como la emisión de moneda propia y la eliminación de las fronteras y aduanas. Disponer del euro como moneda única y permitir la libre circulación de personas y bienes generan la percepción de formar parte de un órgano supranacional, de ser ciudadano de Europa. Sin embargo no se debe olvidar que los Parlamentos de cada Estado son los depositarios de la ‘soberanía nacional’ y no el parlamento Europeo, y que la implicación de los mismos en la toma de decisiones de la Unión es mas bien escasa. Pero para muchos ciudadanos no europeos, la Unión Europea es sólo una agrupación de Estados, ya que su respuesta se encuadra en el contexto de los grandes problemas que día a día surgen en el mundo, y en ellos el protagonismo de la Unión en la toma de decisiones es nulo. ¿Dónde ha estado Europa en el último conflicto que azotó durante 33 días Oriente Medio? Sin duda el jefe de la diplomacia de la Unión, Xavier Solana, ha viajado, entrevistado, efectuado propuestas, pero en el momento de la redacción de la resolución 1701 de la ONU ¿donde estaba Europa?, ¿era Francia la voz de la Unión, o defendía una vez más sus interés?, ¿o era el silencio del Reino Unido y su alineamiento con Estados Unidos la postura de la misma?. De poco sirven los esfuerzos de Solana si en el momento decisivo son los Estados, mejor dicho los gobiernos, los que actúan a titulo individual frente a la comunidad internacional. El proceso para poner fin a La guerra del Líbano, -más bien un alto el fuego temporal evidenciado por las preocupantes, pero nada sorprendentes, declaraciones de los presidentes El Assad y Mahmud Ahmadineyad- es un exponente más de la incapacidad europea para actuar como un bloque, como la Unión de Estados Europeos, que muchos deseamos. Los intereses ‘nacionales’, las posturas preconcebidas de quienes ostentan o administran el poder en cada Estado, los ciclos electorales y la capacidad de liderazgo del presidente de turno, condicionan de forma determinante la postura de la Unión frente a las problemáticas externas. En un mundo hipercomunicado, interdependiente, convulso y lleno de frustraciones que facilitan la demagogia y los fundamentalismos religiosos, los europeos debemos preguntarnos si este debe ser nuestro rol. Un rol que con demasiada frecuencia se limita a pagar la reconstrucción, socorrer a los afectados o nutrir las fuerzas de interposición derivados de conflictos, que podrían evitarse si el mundo contase con una Europa que estableciera sus compromisos y peso como Unión mas allá de las fronteras de cada uno de los Estados miembros. Muchos de los Estados de la Unión Europea tienen una deuda histórica con una gran parte del mundo. Una deuda enraizada en los procesos coloniales que potenciaron su desarrollo. Una deuda que no debe ser liquidada con ‘caridad’. El mundo se merece y necesita que la vieja Europa recupere su dinamismo y compromiso y actué como un bloque. Por ello, alcanzado un elevado estado de bienestar y una moneda única, que certifica su existencia en el mundo, debería plantearse la actuación hacia el exterior con fuerza y compromiso. La implicación de los parlamentos de cada Estado en la Unión, potenciar la capacidad del Parlamento europeo, disponer de un presidente europeo, tener representación con capacidad decisoria como Unión en los foros internacionales, ONU, UNESCO,…, la creación de un ejército europeo, etc., deberían ser objetivos a plantear y alcanzar. ¿Objetivos utópicos?, quizás, pero de bien seguro que también así se catalogaban los logros que se plantearon los que pusieron las bases de lo que hoy es la Unión Europea. Antoni Garrell Guiu 19 de agosto de 2006.