Publicaciones en Amics del País
Emprendedores hoy
- Rafael Suñol Trepat
- Artículos
- Data: 01/02/2006
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Dada la situación en que se encuentran España y Cataluña respecto de nuestros competidores en cuanto a la industria y la utilización de las TIC, esta reflexión va encaminada a dar ideas sobre qué hacer para reconducir la situación hacia unos parámetros más aceptables.
El Presidente del Cercle per el Coneixement Antoni Garrell, puso de manifiesto en un artículo suyo (publicado el 9 de diciembre de 2005 con el titulo Espanya, novena per la cua), de manera contundente, la lamentable situación en que se encuentran España y Cataluña respecto de nuestros competidores, en cuanto a la industria y la utilización de las TIC, en sentido amplio.
Dando los hechos por demostrados, me anima a que exponga mi punto de vista, sobre qué habría que hacer para reconducir la situación a parámetros más aceptables (léase competitivos). Antes de entrar a proponer alguna medida concreta habría que decir algo sobre el entorno. Como no es posible ser Finlandia ni Suecia, donde el entorno socio-político tiene más fuerza que las desventajas de localización, población, lengua propia, clima, etc, habrá que hacer un esfuerzo importante para cambiar la correlación de fuerzas. Tampoco las empresas empujan suficientemente a las administraciones. Prefieren, por poner un ejemplo, un buen aeropuerto, que tener accesos en telecomunicaciones más eficientes. Y la Universidad, recluida en sí misma, es incapaz de generar iniciativas, proyectos e innovación para las empresas, siendo el nivel de los profesores excelente y el de los graduados en telecomunicaciones e informática muy competitivo. Quizá el llenar el gap que nos separa de otros países no sea tan fácil ni tan rápido como desearíamos, pero lo más preocupante, a nuestro entender, es la falta precisamente de conciencia sobre el estado actual de carencias. El mercado, la competencia internacional, no han “impulsado” a las empresas españolas / catalanas a invertir en TICs. Quizá el tipo de industrias nuestras de poco valor añadido ocupacional no hayan requerido tanto este tipo de inversiones hasta ahora, pero cada vez son más evidentes los síntomas de que nuestro modelo de desarrollo está mal enfocado. Ya no es posible competir con productos y servicios de bajo componente tecnológico, y las tecnologías de más fácil introducción con las TIC. Pero ¿cómo se consigue en la práctica? La cultura económica imperante dice que el mercado es el que mejor asigna los recursos y el que mejor sabe valorar las inversiones. Si esto fuera así, no deberíamos preocuparnos demasiado porque los empresarios e inversores, o se irían a otras latitudes (creo que ninguno se va a Suecia o Finlandia), o invertirían fuertemente en tecnología, innovación y nacerían más vocaciones emprendedoras. Deberían espabilarse, como ya hicieron años atrás. Sin embargo, en el período que va desde ahora hasta que recuperemos nuestro espíritu emprendedor (porque a la fuerza ahorcan), algo habría que hacer. Cuando el mercado tarda en actuar es preciso recurrir al sector público, no para que suplante al privado, sino para que irrumpa en el mercado y genere condiciones que estimulen a los actores y les de dimensión. La actuación del sector público (o de la administración en nuestro caso) tiene que ser cuidadosa. No se trata, como antaño, de crear empresas públicas, ni de forma burda manipular los precios, ni de utilizar la compra pública como único elemento estimulador. El juego actual, en nuestra realidad, pasa más por “empujar”, dar dimensión y cobertura social a las actividades innovadoras y emprendedoras. Para poner algún ejemplo, a modo de sugerencia, sería más eficaz destinar, desde las Cajas de Ahorro, un 5% de la dotación de la obra social (que representa el ⋍ 30% de los beneficios) a fondos de capital riesgo, en fases iniciales (capital semilla) o hasta proyectos de 2M de €, durante un período de tiempo determinado; unos 4-5 años. Estos fondos de capital riesgo (venture capital) deberían ser gestionados por profesionales independientes, con experiencia. Creo que todo el mundo estará de acuerdo en que ahora es socialmente más necesario estimular la iniciativa empresarial que financiar una actividad musical o cultural. Y por supuesto, lo más importante sería crear un clima social de apoyo y estímulo al emprendedor, con programas públicos enfocados a valorar sus esfuerzos y logros. En definitiva lo que se propone es cambiar el paso. Hacer un esfuerzo grande como país a favor del espíritu emprendedor, de la innovación, con estímulos públicos, sin rubor, con la intención explícita de cambiar el estado actual de las cosas tal y como lo describió Antoni Garrell. Rafael Suñol Soci Fundador del Cercle i Vocal de la Junta