Publicaciones en Amics del País
De la movilización a la estrategia
- SEBAP
- Memorias anuales
- Data: 07/05/2007
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Artículo escrito por Carlos Losada, director general de Esade, sobre aeropuertos y pensamiento estratégico, publicado en la Vanguardia el 16 de abril del 2007.
DEBATE
De la movilización a la estrategia CARLOS LOSADA - 16/04/2007 PARA PROGRESAR se requieren consensos básicos con una visión a largo plazo, tal como hicieron en Finlandia. En los últimos meses estamos viviendo en Barcelona un intenso debate y una cierta movilización de la sociedad civil a favor de potenciar la internacionalidad del aeropuerto de El Prat. La movilización ha tenido su probable origen en la lógica reacción a las limitaciones o cuello de botella que puede representar un aeropuerto que no esté al nivel de las pretensiones del desarrollo y del proyecto económico que Barcelona representa, y en un cierto sentimiento de agravio comparativo. En todo caso, la energía social no es algo que derrochar, sino que se ha de canalizar lo más adecuadamente posible para sacarle el mejor provecho para el bien común. Es importante por ello pasar de la natural y general reivindicación a estrategias que hagan realidad el deseo colectivo de tener un área metropolitana de Barcelona competitiva internacionalmente y, a la vez, socialmente cohesionada. Una ciudad mejor para todos aquellos que viven en ella. Esto requiere dar a la pasión y a la movilización un proyecto colectivo ambicioso pero viable, consensuado y, por ello, compartido. Los factores en los que se fundamenta la competitividad de un territorio no son siempre obvios. Sin embargo, cada vez es mayor la aceptación de que la competitividad es el resultado de diversos factores, que si bien pueden ser comunes a la mayoría de las economías, su peso específico cambia sustancialmente en función del nivel de desarrollo. Así, recogiendo gran parte de las aportaciones de las diversas escuelas que sobre la teoría del desarrollo han existido desde los años cuarenta, el World Economic Forum establece en su Global competitiveness report 2006-2007 un conjunto de factores básicos, como son: la infraestructura (calidad aeroportuaria...), la macroeconomía (estabilidad de las variables macroeconómicas...), los servicios básicos de salud y educación, y la calidad de las instituciones (administración de justicia, órganos reguladores...). A ello hay que añadir otros factores que favorecen la competitividad, si éstos anteriores están relativamente bien solventados: la calidad de la educación superior y de la formación profesional, la eficiencia de los mercados, la disponibilidad y adecuación tecnológica. Por último, en las economías más desarrolladas como la nuestra, hay elementos de innovación y de servicios a las empresas que también tienen un peso muy relevante. Dicho esto, y sabiendo cómo estamos con respecto a las otras grandes áreas metropolitanas, es importante que seamos capaces de reducir los cuellos de botella que se dan y puedan dar en los factores básicos (como es el caso del aeropuerto o de la infraestructura viaria de cercanías) y, a la vez, que pongamos énfasis en aquellos factores que evidencian los déficits de nuestro modelo económico: el deficiente funcionamiento del mercado (especialmente por algunas regulaciones laborales), el funcionamiento de la administración pública y la capacidad de innovación. En cada ámbito deberíamos tener grandes proyectos consensuados entre las fuerzas políticas, bien apoyados por la sociedad civil, y en lo que se refiere a la reforma laboral, muy especialmente por los sindicatos. Así, por ejemplo, hoy tenemos la posibilidad de que Sant Cugat acceda a ser la sede o subsede del Instituto Europeo de Tecnología, un proyecto propiciado por la Unión Europea para competir con los grandes centros tecnológicos de EE. UU. Un proyecto de estas características debería suscitar el apoyo de toda la sociedad, de las instituciones y de las administraciones públicas. Y otro proyecto como éste puede ser una reforma de la administración pública que favorezca una acción pública eficaz y que garantice el bienestar de todos los ciudadanos, especialmente de los más débiles, la cohesión social y la competitividad económica, y que lo haga con el concurso de la propia sociedad civil en la provisión de los servicios. Y así también en otros ámbitos que son cruciales. Compartir, como sociedad, estos grandes temas es, hoy por hoy, mucho más importante de lo que era antaño. Hoy los territorios compiten, no sólo las empresas. Y para que las sociedades progresen y sean equilibradas, se requieren consensos básicos. Es cierto que la sociedad civil no es la última responsable de esos consensos. Los partidos políticos nacen para articular intereses sociales contrapuestos y para poder canalizarlos, y a través de la administración pública contar con el mayor instrumento de solución de los problemas colectivos. El clima de crispación y el enfrentamiento a corto plazo hacen que esto sea muy poco viable. Por ello, es importante encontrar hoy mecanismos institucionales que favorezcan esos consensos. Para acabar este artículo, una propuesta a la finlandesa. En el corto plazo todos son adversarios, cuando no enemigos, tanto las empresas que compiten como los partidos que buscan afanosamente llegar al poder. Sin embargo, en una visión a largo plazo, los elementos compartidos son mayores que los elementos de oposición que nos dividen. En Finlandia, hace ya años, se creó una comisión interparlamentaria en la que se analizó a fondo cuáles eran los retos de aquel momento y cuáles eran los temas que, indudablemente, en el medio y largo plazo, y desde cualquier posición política, debían conformar el ser proyecto común. Se trataba de una reflexión interparlamentaria (de todo el abanico político) que pensaba en el largo plazo. Se hablaba de entre diez y veinte años, en algunos casos. Eso hizo que se llegara a consensos muy amplios, que hoy han convertido a Finlandia en ejemplo y modelo de sociedad para muchos. Ésta es sólo una idea y hay probablemente otras, quizás, más acertadas. Pero en todo caso vale la pena innovar en nuestra vida política y pasar a la acción. CARLOS LOSADA Director general de Esade