Publicaciones en Amics del País
190 años de Historia (1822-2012)
La Societat Econòmica Barcelonesa d'Amics del País, desde los orígenes hasta los retos de futuro
- Pol Dalmau i Palet
- Libros
- Data: 01/03/2012
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Evolución histórica de la entidad, por Pol Dalmau i Palet
Los orígenes remotos: la primera fundación de la Económica (1822)
Los inicios de la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País, hoy en día ya lejanos, se remontan al año 1822, en pleno Trienio Liberal (1820-1823). En ese momento, Barcelona contaba con algunas instituciones que se ocupaban de promover el desarrollo económico y el progreso científico, como en los casos de la Junta de Comercio y la Academia de Ciencias y Artes, respectivamente; e incluso había visto cómo se fundaban algunas nuevas, como la Sociedad Filosófica, creada en 1815. Aun así, en el plano institucional, la Ciudad Condal continuaba diferenciantse respecto de un buen número de ciudades españolas, y también de catalanas, por el hecho de no haber albergado nunca, ni en ese momento ni en el siglo anterior, ninguna sociedad económica de amigos del país. Aunque este hecho se remontaba a la confluencia de una serie de causas complejas, el caso es que aquel 1822 la Diputación de Barcelona creyó que la existencia de una sociedad económica de amigos del país podría beneficiarse considerablemente, tanto la ciudad como las actuaciones que la propia Diputación llevaba a cabo. El ejemplo de otras sociedades económicas que habían existido en el pasado, y el gran número de proyectos que éstas habían impulsado en pro del bien público, así parecían aconsejarlo.
El modelo de las sociedades económicas del siglo XVIII como fuente de inspiración.
Efectivamente, la iniciativa de la Diputación de Barcelona, lejos de aventurarse por caminos desconocidos, se inspiraba en un modelo de entidad, el de las sociedades económicas de amigos del país, que en España (y también en Cataluña, aunque en menor medida) contaban ya con una dilatada historia. No en vano, hacía ya más de cincuenta años que en el País Vasco se había fundado la Sociedad Bascongada de Amigos del País (1765), una entidad que se remontaba a las tertulias de un grupo de personajes ilustrados guipuzcoanos (sobre todo nobles y clérigos) sobre cuestiones económicas, agrícolas y científicas. Estos tipos de tertulias, que reflejaban de forma clara el pensamiento ilustrado del siglo XVIII y su afán por mejorar la condición humana (o, para decirlo en el lenguaje de la época, la 'felicidad pública'), a veces desembocó en la creación de entidades como la Sociedad Bascongada de Amigos del País. De hecho, el ejemplo de la Bascongada (como se llamaba coloquialmente esta entidad vasca) ya había sido visto con muy buenos ojos en aquella misma época por Pedro Rodríguez de Campomanes (1723-1802), entonces Fiscal del Consejo de Castilla durante el reinado de Carlos III. Decidido a promover de forma decicido este tipo de institución por todo el territorio español, Campomanes comenzó por la fundación de la Sociedad Económica Matritense el 1775 (una entidad que, por cierto, todavía existe hoy en día).
El impulso de este tipo de entidades tomó una gran vuelo en los años siguientes, hasta el punto que fundaron más de sesenta sociedades económicas para toda España. También en Cataluña se crearon diversas, como lo demuestran los casos de Tàrrega (1776), Puigcerdà (1781) y Tarragona (1787). Sin embargo, cabe decir que, en el caso catalán, estas entidades tuvieron una trayectoria bastante efímera. Este hecho se explica, en buena medida, porque Campomanes había concebido las sociedades económicas como una especie de sucursales que, esparcidas por todo el territorio, debían difundir el discurso económico de tipo agrarista que se pretendía promover desde la Corte. Esta voluntad centralizadora fue recibida con recelo desde Cataluña, donde empezaba a descabellado un proceso de fuerte empuje económica basada en la manufactura y el comercio del mundo urbano. Todo ello hizo, como ya hemos comentado, que las sociedades económicas acabaran teniendo poco arraigo en la Cataluña del siglo XVIII. El caso de Barcelona, donde la reticencia de las autoridades locales respecto al proyecto económico de Campomanes frenó la fundación de una de estas entidades, es el mejor ejemplo.
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