Publicacions d'Amics del País
L´ètica empresarial
- Rafael Suñol Trepat
- Resum d'activitats
- Data: 18/03/2013
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Rafael Suñol enumera accions que configuren l’ètica empresarial: accions que formen part de la cultura de l’empresa, que estan presents a tots els seus àmbits i que tenen perspectiva a llarg termini.
El concepto de “ética empresarial” no se limita a un aspecto legal. Es necesario mucho más. Damos por sentado, aunque no está de más indicarlo, que una “empresa ética” no debe producir ni distribuir armas o drogas, o fomentar o permitir la prostitución o el tráfico de personas y capitales. Tampoco lo será aquella que defrauda al fisco.
La ética empresarial debe formar parte de la cultura de la compañía y estar presente en todos sus ámbitos de actuación. Estableciendo métodos y sistemas transparentes en sus relaciones con las distintas administraciones. No engañando, ni mintiendo a sus clientes, proveedores y empleados. Con un departamento de compras que siga escrupulosamente su manual de aceptación de proveedores y sus decisiones sean auditables. Y exista un código, aprobado por el Consejo, con los criterios por los que se rige "Compras". Cuando busca con sus clientes una "política de acuerdos" a largo plazo y cumple con sus compromisos. Cuando no emplea una comunicación engañosa. Cuando está dispuesta a rectificar y retirar del mercado productos "defectuosos", ya sea por responsabilidad propia o de algún proveedor. Cuando "cuida" a sus empleados: deja de considerarlos "recursos" para tratarlos como colaboradores y socios. Un tratamiento que va más allá de su remuneración: les informa transparentemente de la marcha de la empresa, de sus proyectos, de qué espera de ellos... No es ética la empresa que paga a sus ejecutivos sueldos e incentivos desproporcionadamente altos y, en muchos casos, escandalosos. Lo es aquella que fomenta el talento y la competencia, y rechaza el enchufismo, el "peloteo" y la antigüedad como criterio de proyección profesional. Que tiene una política explícita de “género”. Que fomenta la toma de responsabilidades por parte de las mujeres y, especialmente, de las madres. Que persigue la igualdad de retribución sin distinción de género. Que estimula a los empleados a organizarse para la representación de sus legítimos intereses. Una empresa es ética si se dota de un código de buen gobierno. Lo publicita, lo sigue y da transparencia a sus resultados. Es claramente insuficiente editar una Memoria de Responsabilidad Social Corporativa. Debe tener una política clara con respecto a los stakeholders. Y, sobre todo, una CADENA DE VALOR ESTABLE en el tiempo. Esto significa que piensa en el largo plazo, que tiene vocación de permanencia, que sus resultados no se ven influenciados por disputas entre los accionistas o compras y ventas especulativas. Que tiene un buen sistema de gobierno y gestión, con separación de poderes entre el presidente y el consejero delegado... Empresas que, como Mercadona y El Corte Inglés, fidelizan a sus proveedores estableciendo pactos de confianza en los que prima la credibilidad. Donde la afinidad cultural es un valor a no perder frente a unos costes teóricamente menores a corto plazo. Empresas que celebran la iniciativa del presidente Obama de ligar los intereses de Estados Unidos con los de Europa. Pero todos estos requisitos, ciertamente complejos de asumir y gestionar, ¿son rentables para los resultados a largo plazo de la empresa o son un coste –a veces necesario– para mantener la reputación? Un vistazo a los últimos hechos relacionados con la ética (transparencia, buen gobierno) nos puede ayudar… La Fundación Compromiso y Transparencia (FCyT) nos ilustra con tres de los últimos mayores errores cometidos por empresas cotizadas. El del Comité de Auditoría de Bankia que aprueba las cuentas, sin el informe de auditoría de Deloitte, con 305 millones de euros de beneficio para luego registrar pérdidas de 3.000 millones. El del Banco Santander, que no destituye a su consejero delegado tras ser condenado por un delito, luego indultado por el Gobierno y que posteriormente el Tribunal Supremo enmendó. El del Consejo de Telefónica, que sin consultar a la Junta, decidió aprobar un paquete de incentivos de 450 millones de euros a sus directivos, coincidiendo con un recorte del 20% de su plantilla.